ME DESPIDO ASÍ
Ciertamente, este año me he despedido de la que ha venido siendo mi principal actividad en los últimos catorce años. Me refiero a la enseñanza de la más abstracta de las manifestaciones artísticas, y digo abstracta porque no podemos verla ni tocarla pero sí sentirla. Estoy hablando, claro, de la música.
Llevo muchos años hablando sobre ella aunque en realidad ha estado dentro de mí desde nueve meses antes de mi nacimiento. Siempre agradeceré a mis padres que un día, siendo yo un niño de once o doce años, pusieran una guitarra en mis manos. Desde entonces las guitarras y yo nos hemos llevado muy bien.
Pues sí, después de catorce años de docencia de la música, voy a dejar los pentagramas, las flautas, las danzas, canciones y audiciones, las notas y las figuras, el ritmo y la melodía.
Voy a cambiar de aires porque me apetece el cambio, porque pienso que en la vida hay que buscar sensaciones nuevas que nos permitan huir de lo rutinario. Y no me voy a dedicar a saltar en paracaídas ni a bucear entre arrecifes de coral (ya quisiera yo), voy a seguir con la docencia aunque impartiendo otras áreas.
El caso es que he querido despedirme este curso con la actividad que más me ha gustado siempre: la canción. Enseñar a cantar canciones a mis alumnos más pequeños con seis años y verlos evolucionar hasta cumplir los doce años cuando se marchan al instituto, ha sido una de las tareas más gratas para mí.
Me he querido despedir con la grabación de un disco en el que han participado algunos de mis alumnos. Los medios han sido caseros: una pista de karaoke, un ordenador y un micro. Pero la ilusión de los niños ha sido increíble y el resultado, teniendo en cuenta la edad de los participantes está bastante bien.
Desde aquí les doy las gracias a ellos, a los ocho niños que, con este trabajo, han logrado dejarme un buen sabor de boca en mi despedida.
Llevo muchos años hablando sobre ella aunque en realidad ha estado dentro de mí desde nueve meses antes de mi nacimiento. Siempre agradeceré a mis padres que un día, siendo yo un niño de once o doce años, pusieran una guitarra en mis manos. Desde entonces las guitarras y yo nos hemos llevado muy bien.
Pues sí, después de catorce años de docencia de la música, voy a dejar los pentagramas, las flautas, las danzas, canciones y audiciones, las notas y las figuras, el ritmo y la melodía.
Voy a cambiar de aires porque me apetece el cambio, porque pienso que en la vida hay que buscar sensaciones nuevas que nos permitan huir de lo rutinario. Y no me voy a dedicar a saltar en paracaídas ni a bucear entre arrecifes de coral (ya quisiera yo), voy a seguir con la docencia aunque impartiendo otras áreas.
El caso es que he querido despedirme este curso con la actividad que más me ha gustado siempre: la canción. Enseñar a cantar canciones a mis alumnos más pequeños con seis años y verlos evolucionar hasta cumplir los doce años cuando se marchan al instituto, ha sido una de las tareas más gratas para mí.
Me he querido despedir con la grabación de un disco en el que han participado algunos de mis alumnos. Los medios han sido caseros: una pista de karaoke, un ordenador y un micro. Pero la ilusión de los niños ha sido increíble y el resultado, teniendo en cuenta la edad de los participantes está bastante bien.
Desde aquí les doy las gracias a ellos, a los ocho niños que, con este trabajo, han logrado dejarme un buen sabor de boca en mi despedida.
Me cuesta tanto olvidarte
Virginia (12 años)
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Eres tú
Inmaculada (12 años)
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Sección:
MIS GRABACIONES,
MIS PALABRAS
3 comentarios:
para mi eres el mejor
¡se perderá un gran profesor de música pero impartas la materia que impartas, siempre serás seguro "un gran maestro", seguro. Suerte.
mee encantaa tu trabajoo... y tu ideaa de cantaar, ojala mi profesora de musica hiciera eso con nosotros.
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