A TRAVÉS DEL ESTRECHO
Pasaban las horas bajo el negro infinito de la noche. El silencio callado por las olas y el sabor a salitre impregnado en las ropas eran cuanto podía percibirse.
Atrás quedaron los momentos de una vida que desde entonces habría de aferrarse a los recuerdos.
Cada una de las veintisiete personas que aquel día ponían sus vidas en manos de un mar oscuro y profundo, tenía acumuladas tantas experiencias negativas que el frío de la noche y el incierto final del viaje no hacían más que ahondar en una monótona vida de indescriptible crueldad.
Cada una de las veintisiete personas que aquel día ponían sus vidas en manos de un mar oscuro y profundo, tenía acumuladas tantas experiencias negativas que el frío de la noche y el incierto final del viaje no hacían más que ahondar en una monótona vida de indescriptible crueldad.
Sólo la esperanza de una nueva vida, de un nuevo y luminoso horizonte donde alcanzar con la mirada, seguía manteniendo a flote la pequeña y agrietada embarcación.
Esperanzas y sueños lejanos de un mundo idealizado donde encontrar los momentos perdidos que nunca antes podrían ni tan siquiera haber sido soñados.
Tras la oscuridad el día y tras la esperanza la desolación de un final accidentado, de una llegada a puerto sin recepciones ni hospedaje, sin rumbo ni bienvenida.
Sentimientos enfrentados de miedo por el futuro y de pena por el pasado.
Y sin embargo alegría. Alegría de haber llegado.
Esperanzas y sueños lejanos de un mundo idealizado donde encontrar los momentos perdidos que nunca antes podrían ni tan siquiera haber sido soñados.
Tras la oscuridad el día y tras la esperanza la desolación de un final accidentado, de una llegada a puerto sin recepciones ni hospedaje, sin rumbo ni bienvenida.
Sentimientos enfrentados de miedo por el futuro y de pena por el pasado.
Y sin embargo alegría. Alegría de haber llegado.
J. Massanet
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